Hay ciertos países conocidos por su consumismo agresivo. Naciones como Japón o Estados Unidos llevan años a la vanguardia del marketing. No son ejemplos aislados, se tratan de potencias de la mercadotecnia que han sido capaces de importar partes enteras de su cultura hasta el punto de hacerlas globales.
Halloween o la mayoría de las tradiciones navideñas provienen de Europa sí, pero los estadounidenses fueron los que las pasaron por su filtro imperialista hasta conseguir hacerlas suyas y tan irresistiblemente atractivas como para que nos den ganas de imitarlas.
Y no es algo del pasado, hoy en día seguimos adquiriendo nuevas costumbres ideadas en alguna oficina americana tras una sesión de brainstorming. El Black Friday, sin ir más lejos, no existía hace 5 años y ahora es una fecha señalada más en nuestros calendarios. Primero empezaron las grandes superficies, mientras que ahora hasta la boutique de esa señora de 63 años a punto de jubilarse también se ha visto obligada a colgar el cartel sin saber muy bien lo que significa.
Corea del Sur parece ser la nueva potencia influenciadora. El Kpop, el manhwa, la cosmética coreana y los dramas televisivos y el cine son tendencia entre los más jóvenes y gran parte del sector cultural mainstream. Lo que antes era marginal ahora ha conseguido fagocitar incluso a aquellos de los que aprendieron todo. Y es que el fenómeno coreano no se entiende sin el Jpop, el manga la cosmética japonesa, los doramas o el anime.
Los coreanos han sabido muy bien cómo adaptar las estrategias de marketing americanas a su cultura para convertirse en el fenómeno de masas que es ahora. Un trabajo que viene precedido por décadas de trabajo previo de los japoneses. No olvidemos que Japón era una nación tremendamente tradicional hasta que su derrota en la Segunda Guerra Mundial le destinó a un largo periodo de intervencionismo americano que derivó en la sociedad que conocemos ahora.
Una lección de historia y geopolítica un tanto larga simplemente para resaltar hasta que punto Estados Unidos y su modelo ha influido en el marketing global. No obstante, quizás cabría preguntarse también de dónde surgen la mayoría de las estrategias de mercadotecnia importada por los americanos.
La respuesta es corta y clara: de la industria de los juegos de azar. Hablamos de un sector que ha sido capaz de levantar megaciudades enteras, y lo que es más impresionante, hacer que funcionen durante décadas. Los equipos de marketing detrás de casinos, bingos, casas de apuestas y salones de juego han liderado la innovación de los estudios de mercado desde sus inicios.
No hace falta fijarse mucho para darse cuenta de que los mismos incentivos ofrecidos por sitios como Leovegas tragaperras online también son usados por otras industrias como la del videojuego. El aclamado título Borderlands 2, por ejemplo, utilizaba un sistema de tragaperras para conseguir armas exclusivas que triunfó entre los seguidores del juego.
Las míticas cantimploras Zumrok que todos hemos tomado alguna vez de pequeños utilizan la estrategia de la rasca y gana tan usada en sorteos y loterías para fomentar la compra. Los supermercados, al igual que los bonos de casino, en ocasiones otorgan cheques monetarios con la condición de realizar una compra superior a un importe establecido.
El concepto de cena con espectáculo tan recurrido en el sector de la restauración fue perfeccionado en Las Vegas. Al igual que el sistema de fichas como divisa interna inspiró la creación de vales, tarjetas de regalo y otros tokens que permiten la conversión de dinero real en moneda privada sólo valida en determinados establecimientos.
La industria del juego, en definitiva, está directa o indirectamente detrás de la mayoría de los movimientos que nos inducen al consumo. Lo que demuestra que no hace faltar jugar a juegos de azar para sentirnos atraídos por sus estudiadas técnicas perfeccionadas durante siglos.